El
shasimi es tal vez una de las comidas más
representativas del arte culinario japonés. Es un plato
sencillo que requiere de una preparación sofisticada y
cuidadosa y gran ceremonia en la mesa. El motivo de este
plato es ofrecer productos del mar y río, principalmente
pescado, en crudo. Su secreto esta en su presentación,
su condición de frescura de todos los ingredientes. En
estos dos puntos,(como en casi todo), los cocineros
japoneses son intransigentes.
El pescado elegido siempre muy fresco, es limpiado y despojado de sus
espinas y cortado con un cuchillo de hoja larga y fina,
en menudas lonchas de unos milímetros de grosor para los
pescados de carne roja (Atún, bonito), en finas
lengüetas (jibia, crustáceos) o en laminillas finas como
el papel para los pescados de carne blanca,(lubina,
lenguado). Los trozos son colocados armoniosamente, es
todo un arte, y como en todo arte la imaginación y el
buen hacer del artista, determinan el resultado. Se
adorna con brotes jóvenes de daikon (especie de rábano),
con algas (wakame) y con laminillas de jengibre, y
servidos con limón y una salsa de soja fermentada (Tamari)
sazonada con mostaza (wasabi ) de rábano blanco. Se
puede acompañar tofu (requesón de soja) en cubitos, udon
(espaguetis gruesos) con una yema de huevo o espaguetis
chinos de almidón de soja.