Encienda
el horno con llama pequeña, para calentar cuatro
fuentes ovaladas en que servirá esta fritura,
además para mantener calientes los componentes
que vayan estando listos. Disponga dos sartenes
y dos ollas extendidas sobre los 4 quemadores de
la cocina y vaya encendiéndolos según necesidad.
Pele las papas y córtelas a lo largo en tiras
gruesas, nada de papitas fritas enclenques y
esmirriadas. Pique las cebollas en pluma
mediana. Propine algunos golpes a los bistec, si
lo estima conveniente. Caliente fuertemente el
abundante aceite de una olla para freír las
papas, y en la otra cacerola fría la cebolla a
toda llama en 3 cucharadas de aceite. Espolvoree
sal en ambos sartenes, encienda los dos
quemadores y luego gotéeles el aceite hasta
untar toda la superficie; ponga dos bistec en
cada sartén y haga funcionar el aspirador de la
cocina para que el humo de toda esta fritura no
interfiera en la atenta vigilancia que deberá
mantener en forma permanente. (previamente se
habrá cerciorado de que el balón de gas licuado
tenga suficiente contenido, una falla de este
jaez sería desastrosa). Retire del horno las
cuatro fuentes calientes y póngalas separadas en
la mesa de cocina, introduzca 4 marraquetas y
sáquelas en cuanto su corteza esté crujiente.
Con una espumadera retire las papas doradas y
póngalas en un tiesto sobre papel absorbente,
salpíquelas con sal y manténgalas en el horno
apagando sus llamas. Distribuya la cebolla en
las cuatro fuentes, voltee los bistec y ponga a
freír los huevos en parejas, en la olla plana
donde estaban las cebollas, trasegando aceite
suficiente de la olla de las papas. Divida las
papas en cuatro porciones y colóquelas en las
fuentes. Acomode los bistec y cubra cada uno con
un par de huevos fritos. Si le gusta la idea,
ponga un moldecito de arroz graneado, preparado
previamente (no hay quinto quemador), arrimadito
al bistec con huevos. Traslade las fuentes,
tomándolas con un guante de cocina (recuerde que
las calentó al horno) al comedor donde esposa y
dos hijos (no da para más) esperan anhelantes,
estimulados por los vapores de tanta fritura
simultánea. No olvide que la ensalada a la
chilena, debe ser aliñada en el último momento,
y que las marraquetas calientes tapadas con una
servilleta, son indispensables para empujar y
sopear jugos, aceites y yemas. Satisfecho y
contento después de este jolgorio gastronómico,
tómese un día de descanso que bien se lo merece |